viernes, 6 de mayo de 2011

Teatro Ciego. La Isla Desierta de Roberto Arlt.


En su décimo-primera temporada de éxito, vuelve La Isla Desierta.

En su undécima temporada de éxito, continúan las funciones de La isla desierta, la obra de Roberto Arlt que inauguró el Teatro Ciego en 2001. El Grupo Ojcuro, conformado por actores no videntes y videntes, realiza una interpretación de auténtica integración con una novedosa puesta basada en la ausencia total de luz. 
Desde que ingresan en la oscuridad de la sala, los espectadores son llevados a experimentar sensaciones táctiles, sonoras y olfativas, haciendo de esta obra una experiencia inolvidable.
Dirección: José Menchaca.






  • Horarios: /Vie 20:15 hs. /Sab 20:15 hs. Información: Viernes y sábados a las 20.15 y a las 22.15 hs. - Sala C - Entradas $50 - A la venta en boletería y por Ticketek (Tel. 5237-7200 - www.ticketek.com.ar). Ciudad Cultural Konex. Sarmiento 3131 - Buenos Aires. A pocas cuadras de Plaza Once.

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    jueves, 5 de mayo de 2011

    Por qué todavía no me compré un DVD

    Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

    No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los críos. Los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales). ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!

    Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.

    ¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

    ¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

    Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida. ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.

    ¡Nos están fastidiando! ¡¡¡Yo los descubrí. Lo hacen adrede!!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
    ¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa? ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

    Todo se tira, todo se desecha y mientras tanto producimos más y más basura. El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!! ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de xx años! Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (¡y no estoy hablando del siglo XVII!). No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.

    De por ahí vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo' pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'. Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (¡¡¡y vaya si era un nombre como para cambiarlo!!!).

    Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo. Sí, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita.

    ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

    En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.
    Y guardábamos. ¡¡Como guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡Guardábamos las chapitas de los refrescos! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡¡¡Tooodo guardábamos!!!

    Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón... Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables.

    Y las Gillette - hasta partidas a la mitad - se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave.

    ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín. Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡ Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!

    Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los remedios por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos… Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'este es un 4 de bastos'.

    Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa (broches) y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.
    Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada. Ni a Walt Disney.

    Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

    Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡Ah! ¡No lo voy a hacer!

    ¡Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable! Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.

    Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.

    No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.

    Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares.

    De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.

    Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la bruja me gane de mano y sea yo el entregado.

    Hasta aquí.

    Eduardo Galeano

    domingo, 1 de mayo de 2011

    Charla sobre Tercera Edad en Zárate.


    En el marco de la puesta en acción del proyecto de trabajo del Colegio de Trabajadores y/o Asistentes Sociales del distrito del este año, se llevará a cabo un interesante encuentro sobre "Vejez y el lugar social de este grupo etario".
    El desarrollo teórico estará a cargo del doctor en Psicología Ricardo Iacub prestigioso profesional con amplio conocimiento del tema que nos convoca.
    La cita es para el día lunes 9 de Mayo a las 17 hs en nuestra sede ubicada en Ituzaingo 635 (Auditorio - 1er. Piso), Zárate.
    La entrada es Libre, no arancelada y se otorgarán certificados de asistencia.


    Esperamos contar con su presencia.


                                                              Comisión Directiva.

    Felipe Pigna en Escobar.



    Felipe Pigna en Escobar


    Viernes 6 de mayo
    19:00 Hs.



    Charla sobre la militancia de los jóvenes en política, actual y en la historia.
    Organiza la Secretaria de Cultura de Escobar.



    Lugar: Teatro Municipal de Escobar, Mitre 451.
    Escobar, Buenos Aires.
    Entrada libre y gratuita hasta cubrir la capacidad de la sala.

    martes, 26 de abril de 2011

    ¿Qué es la Gestión Cultural?

    Extraido del blog: http://gestioncultural15.blogspot.com

    ¿Qué es la gestión cultural?
    Esta carrera es una propuesta de formación que permite el conocimiento, la reflexión y la comprensión de la cultura en los procesos fundamentales del desarrollo contemporáneo. Al gestor cultural no le bastan conocimientos culturales específicos, sino también aquellos vinculados con la gestión y el gerenciamiento de éstos.
    Por este motivo, se trata de una formación que conjuga materias teóricas con espacios de práctica instrumental y experiencia laboral indispensables para el desarrollo del futuro profesional.

    ¿Qué hace un gestor cultural?
    El egresado trabajará no sólo a partir del conocimiento de las diversas expresiones culturales sino desde la factura de los mismos, desde el hacer, desde la tarea misma de crear y desarrollar proyectos culturales. Tendrá como tarea la generación de propuestas culturales como así también su realización.
    Las experiencias prácticas a lo largo de la carrera se consolidarán mediante el fomento, la promoción, la animación, la investigación, la administración y la resolución de los diversos aspectos de la vida de la cultura.
    En este marco es que dicho profesional deberá saber "mirar" desde varios ángulos su labor; lo cual abarca desde enmarcar la producción cultural específica en una perspectiva histórica, hasta la tecnología que está implicada en el proyecto, los equipos de trabajo que se conforman, las estimaciones de tiempo, costos, la comercialización, los públicos, los espacios de distribución, el financiamiento y la sustentabilidad del proyecto.
    El instituto participa activamente con actividades en conjunto con otros institutos terciarios y estructuras de formación de gestores. Entre ellas podemos mencionar: participación de una red provincial con institutos de La Plata, Azul, Chascomús, Tandil y del Partido de la Costa; creación del Festival Internacional de Teatro de Formosa en conjunto con el instituto de esa ciudad; incremento del trabajo en la región a partir de convenio con el Instituto de Luján.
    En la práctica a nivel nacional e internacional, se le ha dado asistencia técnica en tema de currícula a la Legislatura de Quito, a la Secretaría de Cultura del partido de los trabajadores de Brasil y a gestores que están trabajando este tema en Sucre. Asimismo se está prestando colaboración a la Subdirección de Educación Superior de la Provincia de Buenos Aires en temas de gestión cultural y al Instituto Nacional de Formación Docente (INFOD) del Ministerio de Educación de la Nación.

    Además, actualmente se está trabajando en el Encuentro Nacional de Carreras de Gestión a realizarse en Formosa (Agosto 2010) como parte de una red con todos los institutos del país.

    ¿Dónde trabaja un gestor cultural?
    La labor del gestor cultural no está limitada a un área determinada sino que podrá desempeñarse en instituciones culturales estatales y privadas, productoras de contenido (de radio, video, música, teatro y artes), productoras de espectáculos y eventos culturales, instituciones dedicadas a la conservación y exposición del patrimonio, empresas dedicadas al turismo cultural y receptivo y también a la promoción y producción de artistas.
    El Técnico Superior en Gestión Cultural será capaz de analizar y evaluar la producción cultural para diseñar, planificar, gestionar y ejecutar proyectos culturales sustentables que, respetando la diversidad cultural, promuevan el desarrollo local en el marco de una cultura cada vez más globalizada.

    Kalfuray (Flor Azul)

    El por que de nuestro logo...


    "Kalfuray significa la flor azul. Es una palabra de origen mapuche, pueblo cuya cultura es un canto de valorizacion y respeto a la Madre Tierra. En la flor azul no solamente se unen la naturaleza, el hombre y el espíritu humano; simboliza además el afán por el conocimiento y consecuentemente, de uno mismo. Es símbolo de afán metafísico por lo infinito."